jueves, 20 de marzo de 2014

Esclavos de un tiempo

La disruptiva y arbitraria percepción del carácter efímero de la vida trasciende todo intento racional de explicación per se. Cuando las cicatrices de guerra evocan con una negra nostalgia la fuerza del noble guerrero, la pequeña y desdeñosa humildad de los esclavos descompone los miedos, de mirarse a uno mismo y no temer el reflejo. El Diablo se ríe desde su trono de hielo y congela con llamas las dudas del puedo, pues el tiempo que corre marchita y esconde, el regocijo del rico, la lujuria del noble, las risas del niño... los llantos del pobre. ¡Viajero perdido sin gloria ni templo que consumes tu vida presa del tiempo!, ¡escapa deprisa, se acaba tu aliento!

Autor: © Javier Hill Blly

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